La mayoría de dichas atrocidades se cometieron a partir de la declaración de “Guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta nada, ni a nadie, que está dispuesto a usar la violencia”. Mientras más ha señalado el Presidente que no se aceptaran atropellos a los derechos humanos, estos más se incrementan y recrudece la violencia de la represión.
Sus palabras envalentonan a los mandos militares, los que ponen en duda los atropellos, así el Contra Almirante Huber, en relación al Infante que paso el carro de asalto por la cabeza de un joven de 22 años asesinándolo, en Concepción, señalo sin desparpajo que “él no tiene ningún problema de volver a sus funciones. Cuenta con todo mi respaldo de poder seguir mientras dure la investigación”. Lo propio hizo el Contra Almirante de la Maza en Valparaíso, cuando ocupando la ciudad con marineros e infantes señalo “…nada bueno ocurre después de la doce de la noche”.
Y ni que hablar del General Director de Carabineros, quien desafiando a la autoridad civil señalo que no separará delas filas a nadie aunque se lo pidan, sacando aplausos de sus subalternos, para luego agregar que se apeguen a la Ley. O cuando señalo que no estaba tan claro que Fuerzas Especiales, Zorrillo y Guanaco, hubiesen intervenido en la atención médica de un joven con infarto quien no pudo ser intervenido y falleció, los funcionarios de salud recibieron lacrimógenas, el cañón del guanaco dirigido hacia ellos y una de ellas recibió perdigones mientras atendía de urgencia al paciente.
Un denominador común en los testimonios de las víctimas son la falta de humanidad, brutalidad, arbitrariedad, sorna, burla, y en muchos casos gozo con que han actuado los agentes del Estado, frente al levantamiento social.
Entre los afectados se encuentran niños y niñas, adolescentes y jóvenes, como si quisieran advertirles, que esto ocurrió ayer, acurre hoy y puede pasar mañana, pero no obstante la violencia estatal, una y otra vez, salen masiva y pacíficamente a la calle.
Si se leen los testimonios de las víctimas o se presencia el comportamiento de los agentes del Estado frente a las manifestaciones, surge la legítima inquietud respecto de la formación que recibieron y reciben tanto la oficialidad como la tropa en sus Escuelas.
Tanto se habló en los noventa de la presencia de la educación cívica, los valores democráticos y la formación en DDHH en los Curriculum de formación de FFAA y Carabineros, sin embargo hoy se demuestra que, a lo menos, se pretende poner en duda el “Nunca Más”. Habrá que revisar profundamente dichos Curriculum, como también la acreditación de sus instituciones formadoras.
Los atropellos son confirmados por el Instituto Nacional de Derechos Humanos y el Informe de Amnistía Internacional y pronto entregará el suyo la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU. La única ausencia notable ha sido la del Ministerio de Colonias del Departamento de Estado, OEA, dirigido por el nunca bien ponderado Luis Almagro.
Qué duda cabe de la responsabilidad de quién dirige la nación en estos hechos, sin embargo, hay quienes ven en la acusación constitucional un recurso antidemocrático, aun cuando está consagrado constitucionalmente.
Son los mismos que en tan solo dos años y nueve meses entre 1970 y el 11 de Septiembre de 1973, presentaron y respaldaron 19 Acusaciones Constitucionales a Ministros y Autoridades de Gobierno Dirán que no fueron contra el Presidente de la República, claro, porque no tenían quorum, pero si votaron una declaración de ilegalidad del Gobierno Popular, que luego fue pretexto para el golpe cívico militar. A modo de autocrítica hoy tienen la ocasión de enmendar rumbo.
Columna de Guillermo Scherping, Director del Área de Docencia ICAL.