Vesselina Kostadinova Vateva / Directora Área de Investigaciones Laborales y Formación Sindical ICAL / Licenciada en Derecho, Universidad Autónoma de Madrid, España.
En su informe dirigido al XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China, en octubre de 2017, el Presidente Xi Jinping caracterizaba la agenda diplomática china como integral, multinivel y multifacética, ejemplificando los avances de su diplomacia con características chinas a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB), el Fondo de la Ruta de la Seda, la celebración del Primer Foro de Cooperación Internacional “Franja y Ruta”, la XXII Reunión de Líderes Económicos de APEC, la Cumbre del G20 en Hangzou (2016), la Cumbre del BRICS en Xiamen y la IV Cumbre de la Conferencia sobre Medidas de Interacción y Construcción de Confianza en Asia (Xi, 2017). Se refería, además, al liderazgo de China en el desarrollo de una comunidad de destino común para la humanidad y en la evolución del sistema de gobernanza global, elementos que habrían llevado al incremento de la influencia internacional de China, su habilidad para inspirar y su poder para modelar.
La Estrategia de Una Franja Una Ruta: el núcleo del renacer geopolítico
El lanzamiento de Una Franja Una Ruta durante el año 2013, no fue casual. Coincide con la línea temporal marcada por el ascenso a la presidencia de Xi Jinping. En tres ocasiones seguidas durante los meses de septiembre y octubre de 2013, Xi adelantaba las líneas conceptuales de su proyecto. Durante su discurso en la Universidad Nazarbayev de Kazajstán, proponía la construcción de un Cinturón Económico de la Ruta de la Seda (Xi, 2013). Al mes siguiente, dirigiéndose al Parlamento de Indonesia, levantaba la consigna del trabajo conjunto entre China y el Sudeste Asiático para revivir la Ruta de la Seda Marítima. A finales del mes de octubre, en el marco de un foro de trabajo sobre Diplomacia Periférica del Partido Comunista de China, Xi enlazaba conceptualmente la noción del sueño chino con el desarrollo regional, naciendo así oficialmente la Estrategia de la Ruta de la Seda.
¿Qué es la estrategia? Según el plan de acción de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China, el Cinturón Económico de la Ruta de la Seda y la Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI, los dos componentes de la Franja y la Ruta, son instrumentos de unión entre la esfera económica del Sudeste asiático y las economías europeas, a través de proyectos de infraestructura. El primero, enlazando China (sus regiones occidentales menos desarrolladas) con Pakistán, Asia Central, Rusia y Europa por vía terrestre; la segunda, abriendo dos vías marítimas para la conexión de la extraordinariamente dinámica región del Asia Pacífico con las provincias chinas del Sur, y desde la costa china a la europea a través del Mar Chino del Sur y el Océano Índico.
Dos son los enfoques que se pueden detectar: (1) una dimensión geoestratégica, que tiene que ver con el nuevo tiempo de reposicionamiento político-hegemónico de China en el mundo y; (2) una dimensión geoeconómica en estrecha relación con la reconversión económica interna.
La dimensión geoestratégica a través de objetivos geoeconómicos
El año 2008 marcó un antes y un después en la política exterior china, que hasta ese momento tenía como eje principal la doctrina del ascenso pacífico, caracterizado por el bajo perfil internacional vinculado al modus operandi instaurado por Deng Xiaoping. En el contexto de una economía mundial devastada, China no solo consiguió eludir la crisis gracias al paquete de estímulos implementadas por el gobierno, sino que aceleró sus capacidades, evitando la recesión y, a la vez, provocando el incremento de los precios de los commodities. Nacía así una nueva consciencia de su papel global, que no tardaría en manifestarse en tres líneas de acción fundamentales:
(1) Liderar un modelo de globalización alternativo a partir del vacío dejado por Occidente y hoy, particularmente tras el repliegue proteccionista de Estados Unidos. Es la China de la globalización y del libre comercio, contra las fuerzas proteccionistas; la China de un Xi Jinping crecido en el Foro Económico Mundial de 2017 con propuestas bandera como el Área de Libre Comercio del Asia Pacífico (FTAAP) o la Asociación Económica Regional Integral (RCEP).
(2) Reconfigurar la economía mundial y su institucionalidad para adaptarla a ese nuevo contexto global a mediano y largo plazo en una estrategia de renovación desde dentro y complementación desde afuera (Delage, 2017). Así, ha reclamado su mayor peso en el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, aumentando a casi el doble su capacidad de voto en ambas instituciones y ha ratificado el papel central del régimen OMC en el sistema multilateral comercial. En paralelo, ha creado una institucionalidad funcional a sus intereses, destacando el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura, el Fondo de la Ruta de la Seda, el Fondo de Infraestructuras para la Ruta de la Seda marítima -integrados todos en la iniciativa de Una Franja Una Ruta-, el Nuevo Banco de Desarrollo de los países BRICS.
(3) Reconfiguración del Eurasia -la zona de influencia natural de China- a través de la “diplomacia de periferia” y bajo la visión de “un nuevo tipo de relaciones entre las grandes potencias” en la aspiración de una relación de iguales con Estados Unidos y su desplazamiento del Asia Pacífico. La integración del espacio euroasiático se encuentra en la base de esta visión.
Todos estos elementos se conectan estrechamente, siendo origen o consecuencia del otro, apuntando en última instancia al ascenso de China como hegemón global y regional, construyendo su propio orden geopolítico, hoy ya con visos de irreversibilidad.
La Geoeconomía de Una Franja Una Ruta al detalle
La reconversión económica china ya esbozada en el XVI Congreso del Partido Comunista Chino en 2002 y profundizada en su XIX Congreso (2017), se materializa en algunos puntos fundamentales: la reforma estructural de la oferta; la innovación interna e incentivos a la inversión público-privada en alta tecnología, incluyendo la automatización y robótica, de acuerdo con el plan Hecho en China 2025 (Ahumada y Mavroeidi, 2017); el desarrollo regional a través de políticas de reequilibrio, enfatizando las fuentes de crecimiento local, buscando una proporción mayor de participación de los servicios y el consumo internos en la economía. Representan los mayores desafíos económicos para los gobernantes chinos, quienes han buscado plasmar sus soluciones en Una Franja Una Ruta, y quizás sean los aspectos menos evidenciados en la literatura. Así, según Cai (2017) la iniciativa tiene como objetivos económicos muy particulares: (1) incentivar el desarrollo chino intrarregional corrigiendo los desequilibrios entre el interior occidental y la costa, a través de una mejor integración con las economías vecinas, para lo cual Una Franja Una Ruta fue incorporada a la estrategia económica nacional de desarrollo en 2014; (2) modernizar la industria china al tiempo de exportar el “estándar chino”, para capturar la gama alta de las cadenas de valor globales (plan Hecho en China 2525) e imponer sus estándares tecnológicos; (3) ocuparse del exceso de capacidad productiva en algunos sectores, generada con los estímulos anticrisis del 2008, trasladándola a otros países que estén en proceso de desarrollo e industrialización.
Un líder para un proyecto. Un equipo para su seguimiento. Una institucionalidad para su implementación.
Desde su presentación pública en octubre de 2013, la iniciativa Una Franja Una Ruta se vislumbraba como una estrategia a largo plazo, a pesar de la negación de las autoridades chinas a considerarlo como tal públicamente. Representa desde entonces el hito fundamental en el giro dado a la política exterior china. Es, en este sentido, percibida como un componente esencial del legado de Xi Jinping, quien hace el enlace entre los dos objetivos centenarios de China (alcanzar el estatus de un país socialista moderadamente próspero en 2021 y el aniversario 100 del Partido Comunista Chino en 2049) y la noción del sueño chino de rejuvenecimiento (renacimiento) de la nación china. Es decir, el desarrollo integral que acompaña al crecimiento económico del país está en relación directa con la recuperación del papel protagónico de la nación en todos los niveles.
Con la reciente modificación constitucional que permite la reelección indefinida del presidente, la posición de Xi también adquiere un estatus estratégico. Este se ha erigido en uno de los hombres con más poder en la historia reciente del país, comparable al de Mao, pues son los únicos Presidentes que han inscrito sus nombres en los estatutos del Partido, junto a sus propuestas ideológicas. Ambas son apuestas a largo plazo. Se sostienen en un grupo de decisores, los siete hombres que dirigen el destino de la República Popular China e indirectamente, de la globalidad, sus asesores. Los más destacados: Wang Huning, Director de la Oficina Central de Investigación Política, e ideólogo de los últimos tres presidentes, de cuya autoría es el “sueño chino”; Li Zhanshu, el aliado incondicional y amigo de larga data de Xi, Director de la Oficina General del Comité Central del PCCh, quien es el acompañante habitual del Presidente durante sus viajes al exterior; Liu He, asesor en materia económica, y Li Kequiang, su Primer Ministro. Son el poder ideológico, el poder orgánico, el poder económico y el poder institucional.
Son tres instituciones del Estado las encargadas de su implementación: la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (CNDR), el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio de Comercio, siendo la CNDR el corazón de la planificación económica y social a largo plazo, sin cuyo acuerdo no se mueve nada en el plano económico.
Punto y no tan aparte: la seguridad energética
Un punto aparte merece la política china de seguridad energética. Según Lum (2009) la estrategia de “Salir” para el aseguramiento de energía y materia prima a través de la inversión de las grandes empresas energéticas, en lugares donde compañías occidentales no podían hacerlo, concebida con sentido geopolítico, permitió que China se convirtiera en el socio comercial más importante del Sudeste Asiático y de África, y el segundo en América Latina. Hoy nos encontramos ante una fase nueva, en la que la seguridad energética se inserta en la estrategia Una Franja Una Ruta, contemplando tanto corredores terrestres de óleo y gaseoductos que reduzcan la dependencia de la ruta del estrecho de Malaca, como de rutas marítimas alternativas que aseguren el acceso por el Océano Índico, o la combinación de ambas, como es el proyecto del Corredor Económico China Pakistán, mediante el cual se abriría el acceso al Golfo Pérsico a través del estratégico estrecho de Ormuz. En este contexto se inserta además la propuesta de marco integral de cooperación entre China y el mundo árabe “1+2+3”, región de la que proviene el 45% de las importaciones de petróleo.
En resumidas cuentas
La construcción de una nueva posición protagónica global de China, ratificada en el XIX congreso del Partido Comunista Chino y explicitada por el Presidente Xi Jinping, encargado de liderar el renacimiento chino, se ha inscrito en un contexto de debilitamiento tanto de la presencia del relato occidental, como de la institucionalidad internacional surgida de Bretton Woods.
La reconfiguración del orden global, como objetivo prioritario de los gobernantes chinos, pasa por la reestructuración del orden económico internacional, conservando los elementos que le son funcionales y complementando con una nueva institucionalidad financiera y comercial, a través de la cual operativizar su llegada al estatus de poder hegemónico en la región de Eurasia.
La Globalización 2.0 (Delage, 2017), liderada por China, representa un modelo de cooperación Sur-Sur, que se hace cargo de los grandes temas mundiales: la seguridad, la estabilidad y el crecimiento sostenible.
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