/Mario Domínguez Castro. Director Área de Desarrollo Social. ICAL/ El pasado jueves 28 de abril se presentaron los resultados del SIMCE 2016 por parte de la Agencia de la Calidad. Las cifras que arroja la medición a niños, niñas y jóvenes de 4º básico, 6º básico y II Medio han sido consideradas positivas por el Mineduc en cuanto se ha evidenciado una disminución en las brechas socioeconómicas en 4º básico; una reducción de las brechas entre hombre y mujeres en Matemáticas, tanto en 4º básico como en II Medio; y una preocupante disminución en la comprensión lectora en los jóvenes varones de II Medio.
Al respecto han salido al tapete opiniones de los diversos centros de investigación y miradas que monitorean el los resultados educacionales y proponen soluciones y diferentes interpretaciones de los resultados. Desde el Departamento de Estudios Pedagógicos (DEP) de la Universidad de Chile se realizó un crítico ejercicio de falseabilidad de los elementos que, para Carlos Henriquez -Director Ejecutivo de la Agencia de la Calidad-, están constituyendo un tránsito desde el SIMCE como factor de presión y competencia hacia un sistema más equilibrado, con acento en del desarrollo de capacidades y profesionalización, confianza, colaboración e inclusión.
Desde Educación 2020, el énfasis se puso en la desigualdad: dos desviaciones estándar -100 puntos-, es decir dos años educativos, entre los estudiantes de grupos socioeconómicos (GSE) bajos de los GSE altos. Un complemento a este balance es la tímida variación de los resultados en forma transversal -no existen saltos por sobre los 5 puntos- y una baja paulatina de los resultados de los GSE altos en aspectos como la comprensión de lectura en 6º básico, que se agudiza en II Medio.
Otra de las reflexiones en torno a los resultados 2016 proviene del Centro de Liderazgo para la Mejora Escolar de la PUCV, donde los acentos están en el rol de los niveles intermedios del sistema y la contribución de los sostenedores para la generación de condiciones para los procesos de profesionalización, trabajo colaborativo, desarrollo de estrategias de liderazgo y la visibilización de la cadena de corresponsabilidades por parte del sistema de aseguramiento de la calidad que permitan retroalimentar al sistema.
Sin duda existe un balance común respecto del tenue avance en “calidad” que arrojan los resultados SIMCE. Es probable que la entrada en vigencia de la Carrera Docente vaya a contribuir directamente a esta realidad, también la implementación de la Nueva Educación Pública debiese ir en la línea de reorganizar los esfuerzos y distribuir de mejor forma los recursos que llegan a la educación pública; de igual forma la Ley de Inclusión es una garantía para las familias, en cuanto todos los recursos que llegan a los sostenedores van a reinvertirse en la educación de los estudiantes.
El análisis y opinión de especialistas mencionados continúa mirando las evaluaciones de aprendizaje SIMCE, como exclusivo antecedente de la calidad, en consecuencia que desde hace dos años se han incorporado otros elementos esenciales para mirar el estado de progreso o no de los establecimientos educacionales, lo que es informado en detalle. Por lo pronto es una buena noticia que esta modalidad de entrega haya inhibido la publicación de Ranking orientados hacia sello de calidad de mercado.
En los últimos años el SIMCE ha sufrido una serie de modificaciones. A la baja en el número de evaluaciones se suman los indicadores de desarrollo personal y social, clima escolar y convivencia, entre otros, que han complejizado la medición, en dirección de una visión más intergral de la calidad, no obstante estos avances relevantes parecen no tener impacto en la medida en que exista y se consolide un sistema integral de apoyos y garantías institucionales para la ejecución de estos apoyos. También el tránsito del SIMCE debiese ser hacia lo exclusivamente formativo, la serie de incentivos económicos que derivan en la medición desfiguran el rol formativo que el instrumento debiera tener, desnaturalizando el necesario rol colaborativo de las escuelas y liceos en red con el conjunto del sistema. El desarrollo de índices de participación, ciudadanía y democracia; autoestima; hábitos de vida saludable y la mejora del clima escolar va a variar directamente con las consecuencias y apoyos del sistema de evaluación, en este tránsito va a nacer una nueva escuela.