/Cesar Leal Soto, Geógrafo. Investigador ICAL. Universität Tübingen/ Al desarrollar una introspección al territorio, podemos establecer que los azares de la vida nos proyectan una personalidad, usualmente ligada al entorno en el cual nos desarrollamos. Este entendimiento con el espacio y las relaciones que se han establecido entre sujetos y sociedades, nos lleva a pensar que el espacio material proyectará las inmaterialidades de las relaciones espaciales, las cuales podríamos definirlas como identidad.
Marcados han sido los hitos del desarrollo de la historia chilena, los cuales han constituido un pilar material en la continuidad de la identidad nacional. Materialidades que de una u otra manera han sido y son protagonistas de la contingencia nacional como, por ejemplo, el ex cuartel Borgoño, centro de tortura y exterminio en los tiempos de la dictadura militar, emplazado en la Comuna de Independencia, Región Metropolitana de Chile, el cual presentaba una materialidad de cuatro inmuebles, de los cuales solo uno queda en pie. Y en argumentos de vecinos y de agrupaciones de derechos humanos, este inmueble debe mostrar a la Humanidad que la tortura existió y se debe velar por la materialidad de este, como un hecho empírico de la barbarie humana.
Podemos ver en contradicción a lo anteriormente expuesto, que las luchas por la vivienda (como lo es el caso de la población La Victoria o Lo Hermida), también son parte de la identidad territorial, y con ellas se ejemplifica de qué manera el patrimonio inmaterial (costumbres, luchas y convivencias) vinculado al ordenamiento territorial, puede plasmar al territorio de aciertos en proyección de un sustento ético y moral en el desarrollo de las sociedades. Situación identitarea que ha fortalecido y encausado posteriores luchas por la vivienda a nivel nacional e inclusive internacionales, las cuales nombran estas luchas nacionales como ejemplos a seguir.
En este caso podemos establecer la apuesta del Sindicato Industrial Minero N°2 de Lota, el cual ha sido un baluarte en la zona del carbón, siendo parte de los insumos turísticos que posee la Comuna de Lota y que actualmente la comunidad respalda como el bastión de la lucha minera, el cual debe ser recuperado y tratado como Monumento Histórico Nacional, que ya lo es desde el año 2009.
Esta situación se vio plasmada el pasado 22, 23,y 24 de abril en el V Congreso de Barrios “Patrimonio de los Trabajadores, Patrimonio de los Pueblos”, desarrollado en la Comuna de Lota, que convocó a destacados vecinos de barrios, técnicos y profesionales en el ámbito patrimonial, los cuales reafirmaron que el desarrollo de la cultura pasa necesariamente por el rescate de la identidad a partir de la materialidad de esta y la relación que poseen en la contemporaneidad, el modo y la forma de rescate.
Donde no solo sea una apuesta por la construcción de un elemento paisajístico con aptitudes turísticas, más bien, tiene que ser la reconstrucción colectiva de lo que marcó las tendencias identitarias en el espacio geográfico.
El destacado proyectista José Luis Díaz Millán, en su presentación en dicho congreso, titulada “Valorización histórica, arquitectónica y social del sindicato industrial minero de Lota”, rescata y digitaliza los planos del sindicato, además señala “la necesidad desarrollar el Proyecto a partir de los nuevos requerimientos estructurales de la sociedad lotina. En donde el uso del espacio recuperado, deberá ser fiel reflejo de la construcción social actual y no un mero engendro de una proyección mercantilista, espantando al habitante del uso y decisión en la nueva materialidad”.
Complejo son los procesos participativos en el rescate de lo ancestral, es complejo determinar los nuevos dueños que tendrán las materialidades y complejo es el pregonar si la cultura patrimonial es causa de los actores involucrados o los actores son el reflejo de la sucesión de los azares históricos de dicha materialidad.
Como síntesis, podemos señalar que en Chile actualmente existen fuerzas sociales que proyectan el rescate de lo construido por sus antecesores, y el rol técnico de la administración debe salvaguardar lo práctico en la reconstrucción de la materialidad y velar por la retroalimentación positiva entre el pasado, el presente y el porvenir.